Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Todos los días aparece la socialdemocracia con una nueva ofensiva contra los fantasmas siderales. El show se monta, dura poco tiempo, se esfuma y es sustituido por otra ofensiva que correrá igual suerte. La lucha contra las colas, el “sacudón”, el contrabando, las captahuellas, el control de precios, los controles al dólar y demás potes de humo distraen para no cambiar lo que debe ser cambiado, protegen la relación, la lógica, del capital, que sigue intacta.
La astucia es efectiva, cambian la lucha por el Socialismo por la pretensión de controlar al capitalismo, repiten la historia de casi cien años de teatro bufo. Los operativos dan la sensación de lucha, el encargado sale orondo a su batalla -hasta se pone un uniforme para la guerra civil-, todo bien documentado por las cámaras y pases de televisión.
En sus casas, los burgueses duermen tranquilos, dicen: es lo mismo desde hace setenta años, no hay peligro. El oligarca roig espera la oportunidad para ir al fondo: los obreros quieren más a sus verdugos que al gobierno, sentencia; expone así una debilidad ideológica de la Revolución y nadie responde, nadie se alarma, están ocupados en la batalla del nuevo principal enemigo: las colas en Makro.
Mientras todo esto sucede, el gobierno merma en las simpatías populares, hasta los encuestadores más aduladores reflejan el hecho.
El capitalismo goza de buena salud, ese es el resultado de la ofensiva económica, de la llamada guerra económica. Diría Chávez: "atacamos el incendio pero el incendiario sigue suelto". O recordaría al viejo de la Revolución Francesa: "el viento que movía a los molinos sigue soplando".
¿Cuándo aprenderemos que el capitalismo es un sistema y que la lucha por sustituirlo debe ser total? No se pueden atacar sus consecuencias aisladamente, es necesario ir al fondo, atacar a todas sus manifestaciones, desde la cultura, la conciencia, el lenguaje, las relaciones de propiedad de los medios de producción, los canales de comercialización, la forma de consumir y la forma de producir, todo debe ser cambiado.
Una sociedad donde lo dominante sea la cultura, la conciencia, que emane de la economía capitalista será una sociedad que justifique, perpetúe, defienda a ese sistema con esclavos portadores de los valores del amo, una sociedad que tendrá un comportamiento capitalista, con expectativas capitalistas. El reto de una Revolución, la campaña principal, es cambiar esa cultura, incorporar a la masa a las soluciones sociales de los problemas, concientizarla en la pertenencia a la sociedad, luchar a fondo contra los valores capitalistas, del individualismo, de las soluciones aisladas, del egoísmo.
Está demostrado que las acciones aisladas se pierden. Socializar una fábrica por aquí, un comercio por allá, sin socializar la conciencia de la sociedad, sin darles razones sagradas para cambiar de cultura y elevar la pasión es trabajo perdido. Esas unidades serán atrapadas por la conciencia, por la lógica, del capitalismo, serán ineficaces.
El gobierno tiene todas las condiciones para dar el salto al verdadero Socialismo: la fuerza del poder, un pueblo noble que entendería retomar el camino de Chávez, se emocionaría. Tiene la herencia espiritual de Chávez que es un líder de los que aparecen cada cien años.
¡¿Qué esperan?!