A una década del sabotaje
Hace diez años nació la Nueva PDVSA con la derrota del
terrorista golpe petrolero
Durante dos meses la denominada meritocracia, enquistada en la vieja
PDVSA, pretendió derrocar al Gobierno Bolivariano
Caracas, 3 de diciembre de 2002.- Hace diez años, el 2 de diciembre
de 2002, la derecha dio un zarpazo brutal a la democracia, cuando impulsados
por el poder imperial y respondiendo a los más oscuros intereses
transnacionales, la oposición radical ejecutó una acción sin precedentes en la
historia política del país, con el objetivo de derrocar al Gobierno legalmente constituido del comandante
presidente Hugo Chávez
Frías, aniquilar la
Revolución Bolivariana y acabar con la esperanza de un pueblo.
Demostrando el más irracional odio hacia la Patria , los grupos
fascistas se escudaron en lo que ellos denominaron un “paro cívico”, tras el
cual se ocultaba la oligarquía que controló durante décadas el poder, que había
sumido a la Nación
en la pobreza económica, política, social y moral.
Las cabezas visibles de la conspiración fueron la Federación de Cámaras y
Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras) y la Confederación de
Trabajadores de Venezuela (CTV), con el respaldo de los medios de comunicación
privados convertidos en laboratorios de guerra sucia y centros de propaganda
fascista.
Al poco tiempo de su inicio el paro asomaría el
verdadero rostro del terrorismo, dejando al descubierto el alcance del odio desatado
por la contrarrevolución. La llamada “meritocracia”, agrupada en la
organización derechista Gente del Petróleo, se lanzó furiosa contra el corazón
de la economía venezolana: Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA).
Miles de trabajadores y trabajadoras que tenían la
responsabilidad de controlar las operaciones de la estatal, hicieron todo lo contrario.
Abandonaron sus puestos sin cumplir con los procedimientos de seguridad, destruyeron
laboratorios, sabotearon sistemas informáticos, así como equipos, plantas e
instalaciones de importancia vital, paralizando gran parte de las operaciones
medulares de la industria; acciones que
costaron vidas y generaron pérdidas entre 18 y 21 mil millones de dólares.
El objetivo real del paro era destruir a PDVSA,
asfixiar económicamente al Gobierno Bolivariano, fomentar el caos y estimular enfrentamientos
entre los venezolanos, a fin de acabar con el Proceso Revolucionario para
retomar el control político del país e implantar nuevamente un régimen
entreguista y sumiso al poder imperial. El personal comprometido con el paro
terrorista, traicionó a la
Corporación y a la
Patria , plegándose a los designios de Washington.
El plan
subversivo contó con el apoyo de los medios privados que mostraron a los
saboteadores como héroes. Los desleales trabajadores que bloquearon puertos, al
fondear buques de PDV Marina cargados de combustible, recibían tratamiento de
justicieros. La locura fascista tuvo un costo enorme para la República. Venezuela
perdió, durante esos días, su condición de proveedor confiable de crudo y combustible,
como consecuencia de la acción desestabilizadora. Además, eran frecuentes las largas
colas en estaciones de servicio y se registró escasez de bombonas de gas.
Miles de millones de dólares en pérdidas afectaron de
manera negativa la situación del país, lo cual se vio reflejado en los
indicadores económicos. Pequeñas y medianas empresas cerraron sus puertas y
hubo una caída en el Producto Interno Bruto. El Ejecutivo Central adoptó el
control de cambio para frenar la fuga de capitales. El oposicionismo, agrupado
en la Coordinadora
Democrática , infligió un daño enorme a la Patria.
Afortunadamente, los trabajadores y trabajadoras de PDVSA
que se mantuvieron leales al Estado de Derecho, junto con la Fuerza Armada
Nacional y el pueblo de Venezuela, pudieron manejar la situación y tomar el
control de la industria petrolera. Tras dos meses de combate el paro se
derrumbó. La guerra de resistencia favoreció a los patriotas sobre los lacayos
del imperialismo. Aunque ningún dirigente opositor decretó el fin del sabotaje,
a finales de enero resultaba evidente que el plan terrorista había fracasado ante
la fortaleza de una Patria noble, que se lanzó a las calles a defender la Revolución Bolivariana
y el liderazgo del Comandante Presidente Hugo Chávez.
Con el triunfo bolivariano, PDVSA dejó de ser una caja
negra. La salida de la elite meritócrata de la Corporación y la toma
del control de la estatal petrolera por parte del Gobierno Nacional, marcó el
nacimiento de la Nueva PDVSA.
La victoria patriota permitió que la industria petrolera
se sumara a los planes y Misiones Sociales del Gobierno Nacional. Asimismo, desde
entonces se ha dado el justo valor a los cuantiosos recursos energéticos del
país, que ahora constituyen una herramienta fundamental para el desarrollo
nacional y la integración con los pueblos hermanos de América Latina y el
Caribe.
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