“El mercenario actúa con el sadismo a cuestas; el camarada tiene el ideal que aprendió en la clandestinidad. El mercenario se mueve ligero, a sus anchas, y el camarada vive de su propia fe instintiva. El mercenario puede errar, moverse, replegarse y regresar para seguir acosando. El camarada no puede errar o terminaría contando gusanos... En Cantaura, los gusanos encontraron su festín” (Mario Silva)
Hoy, todo el país conoce como se produjo la operación militar contrainsurgente de Cantaura aquel 4 Octubre 1982. La aviación militar partió de Maracay con rumbo al oriente del país. La localización del blanco estaba en las siguientes coordenadas geográficas: 09° 18’ 40” de Latitud Norte y 64° 21’ 34” de Longitud Oeste en el Estado Anzoátegui.
Sobre el punto antes acordado, justo en la ciudad capital del municipio José María Freites, los aviones bronco dejaron caer un racimo de bombas, con las cuales dispersarían a un grupo de estudiantes reunidos en la zona (militantes todos de la agrupación política Bandera Roja) Estas servirían además, como señal para que un grupo comando de la Disip rodeara la zona y descargara interminables ráfagas de metralla contra un grupo de jóvenes totalmente desarmados.
Algunos heridos por las bombas o los primeros disparos terminarían rematados, ajusticiados por una brutal cacería auspiciada por el Estado en medio del esplendor del puntofijismo… El saldo: 23 jóvenes caídos por la inclemencia represiva de un gobierno “social cristiano”.
La actuación militar en Cantaura no surgió de forma espontánea, obedecía a un esquema represivo que los Estados Unidos distribuyeron en todo el continente, como parte de su política exterior destinada a defender lo que consideran sus “intereses”. Este tipo de operaciones, en especial, data desde principios de la década de los 60.
Mientras John Fitzgerald Kennedy (1960-1963) estuvo el frente del gobierno estadounidense, las operaciones de contrainsurgencia dirigieron sus estrategias a minimizar los apoyos sociales que los guerrilleros despertaban en sus zonas de acción. Los ejércitos y las policías de América Latina trabajaron, por indicaciones del Departamento de Estado y la CIA, en los asentamientos campesinos generando matrices de opinión negativas que persiguieron fomentar un rechazo hacia los grupos guerrilleros. “Sólo después de aislarlos, los guerrilleros debían sufrir el acoso militar de la contrainsurgencia”, escribió Domingo Alberto Rangel en un artículo titulado “Cuando la democracia también mata”.
Más tarde, el Departamento de Estado, durante la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989), asume otra concepción (y que todavía continúa siendo política del poder imperialista): Al foco guerrillero hay que exterminarlo, aún cuando se trate de manifestaciones embrionarias. En el mismo texto, refiriéndose al proceder de los gobiernos de derecha frente a los insurgentes, Rangel asegura “…una guerrilla que se arraiga o se mantiene, resulta indestructible. Proceder sin contemplaciones en el primer momento ahorrará esfuerzos estériles más tarde”.
Para el momento en que se produce la cobarde masacre de Cantaura, la política Reagan, sobre el exterminio de los focos guerrilleros, había dejado en el olvido a la de JFK. Cantaura resultó el primer escenario donde aplicó la “receta Reagan” en Venezuela.
Mientras John Fitzgerald Kennedy (1960-1963) estuvo el frente del gobierno estadounidense, las operaciones de contrainsurgencia dirigieron sus estrategias a minimizar los apoyos sociales que los guerrilleros despertaban en sus zonas de acción. Los ejércitos y las policías de América Latina trabajaron, por indicaciones del Departamento de Estado y la CIA, en los asentamientos campesinos generando matrices de opinión negativas que persiguieron fomentar un rechazo hacia los grupos guerrilleros. “Sólo después de aislarlos, los guerrilleros debían sufrir el acoso militar de la contrainsurgencia”, escribió Domingo Alberto Rangel en un artículo titulado “Cuando la democracia también mata”.
Más tarde, el Departamento de Estado, durante la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989), asume otra concepción (y que todavía continúa siendo política del poder imperialista): Al foco guerrillero hay que exterminarlo, aún cuando se trate de manifestaciones embrionarias. En el mismo texto, refiriéndose al proceder de los gobiernos de derecha frente a los insurgentes, Rangel asegura “…una guerrilla que se arraiga o se mantiene, resulta indestructible. Proceder sin contemplaciones en el primer momento ahorrará esfuerzos estériles más tarde”.
Para el momento en que se produce la cobarde masacre de Cantaura, la política Reagan, sobre el exterminio de los focos guerrilleros, había dejado en el olvido a la de JFK. Cantaura resultó el primer escenario donde aplicó la “receta Reagan” en Venezuela.
Banderas extraviadas en el viento
En Cantaura estaban reunidos estudiantes de la Universidad Central de Venezuela con algunos dirigentes de la vieja guardia del partido político Bandera Roja, que entrados los ochenta seguían manteniendo que la lucha armada era la forma, el camino.
Hoy, 20 años después, Bandera Roja forma parte de una amalgama partidista, donde se apelotona la derecha fascista venezolana, que los medios de comunicación criollos llaman Coordinadora Democrática. Una organización donde está el partido del presidente que mandó a liquidar a los estudiantes de Cantaura.
¿Qué hace Bandera Roja en la coordinadora opositora de derecha? ¿Porqué se aliaron con quienes los asesinaron? Haría falta hablar de “apoltronamiento”, de “cuanto hay pa’ eso”, de la comodidad que brinda a los que se venden la burguesía, del “se me olvidó que te olvidé” o simplemente la triste mentira que por años mantuvo la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), mediante la cual hacían creer que defendían los intereses de los trabajadores cuando simplemente eran una mampara de la oligarquía empresarial del país.
En un sentido artículo sobre la Masacre de Cantaura, Mario Silva señala a la Bandera Roja hoy, la que dio un acrobático salto de izquierda a derecha, para él: “ahora le hacen el trabajo sucio a los golpistas ó son disidentes que viven de su larga trayectoria revolucionaria de exilios bordeando la subversión, para criticar el proceso (bolivariano) y reclamar un protagonismo gratuito que en su mayoría no merecen... En Cantaura mataron algunos sueños. No murieron todos y eso preocupa a quienes quisieron ocultar este asesinato que aún no tiene culpables. La memoria se multiplicó y los mercenarios que pretendieron borrar a punta de balas esos sueños revolucionarios, todavía están caminando libres como si nada pasó...”
El pasado 4 de octubre de 2003, el Vicepresidente Ejecutivo de Venezuela, José Vicente Rangel encabezó en Caracas, un acto que rindió homenaje a los caídos en Cantaura. También se refirió a la actual Bandera Roja, dijo “estoy seguro es que no estarían con la actual Bandera Roja, jamás estarían al lado de AD y de COPEI (porque fue el Gobierno de COPEI el que los masacró), jamás estarían al lado de FEDECAMARAS, ni de la CTV, jamás estarían al lado del Imperio Norteamericano. El partido Bandera Roja traicionó a la esperanza y a la ilusión”.
Hoy, 20 años después, Bandera Roja forma parte de una amalgama partidista, donde se apelotona la derecha fascista venezolana, que los medios de comunicación criollos llaman Coordinadora Democrática. Una organización donde está el partido del presidente que mandó a liquidar a los estudiantes de Cantaura.
¿Qué hace Bandera Roja en la coordinadora opositora de derecha? ¿Porqué se aliaron con quienes los asesinaron? Haría falta hablar de “apoltronamiento”, de “cuanto hay pa’ eso”, de la comodidad que brinda a los que se venden la burguesía, del “se me olvidó que te olvidé” o simplemente la triste mentira que por años mantuvo la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), mediante la cual hacían creer que defendían los intereses de los trabajadores cuando simplemente eran una mampara de la oligarquía empresarial del país.
En un sentido artículo sobre la Masacre de Cantaura, Mario Silva señala a la Bandera Roja hoy, la que dio un acrobático salto de izquierda a derecha, para él: “ahora le hacen el trabajo sucio a los golpistas ó son disidentes que viven de su larga trayectoria revolucionaria de exilios bordeando la subversión, para criticar el proceso (bolivariano) y reclamar un protagonismo gratuito que en su mayoría no merecen... En Cantaura mataron algunos sueños. No murieron todos y eso preocupa a quienes quisieron ocultar este asesinato que aún no tiene culpables. La memoria se multiplicó y los mercenarios que pretendieron borrar a punta de balas esos sueños revolucionarios, todavía están caminando libres como si nada pasó...”
El pasado 4 de octubre de 2003, el Vicepresidente Ejecutivo de Venezuela, José Vicente Rangel encabezó en Caracas, un acto que rindió homenaje a los caídos en Cantaura. También se refirió a la actual Bandera Roja, dijo “estoy seguro es que no estarían con la actual Bandera Roja, jamás estarían al lado de AD y de COPEI (porque fue el Gobierno de COPEI el que los masacró), jamás estarían al lado de FEDECAMARAS, ni de la CTV, jamás estarían al lado del Imperio Norteamericano. El partido Bandera Roja traicionó a la esperanza y a la ilusión”.
Nombre y Apellido de las victimas del Gobierno de Luis Herrera Campíns
1. Roberto Antonio Rincón Cabrera
2. Emperatriz Guzmán Cordero
3. Carmen Rosa Rojas García
4. Sor Fanny Alonso Salazar
5. José Miguel Núñez
6. Mauricio Tejada
7. Enrique Márquez Velásquez
8. Carlos Jesús Hernández Arzola
9. Idemar Lorenzo Castillo
10. Luisa Estévez Arranz
11. Baudilio Herrera Veracierto
12. José Luis Becerra Navarro
13. Eumenedis Gutiérrez Rojas
14. Diego Alonzo Carrasquel
15. Luis José Gómez
16. Antonio María Echegarreta
17. Eusebio Ricardo Martel Daza
18. Rubén Alfredo Castro Batista
19. Nelson Antonio Pacín Callazo
20. Carlos Alberto Zambrano Mira
21. Beatriz del Carmen Jiménez
22. Julio César Faría Mejía
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