lunes, 3 de diciembre de 2012




A una década del sabotaje
Hace diez años nació la Nueva PDVSA con la derrota del terrorista golpe petrolero

Durante dos meses la denominada meritocracia, enquistada en la vieja PDVSA, pretendió derrocar al Gobierno Bolivariano

Caracas, 3 de diciembre de 2002.- Hace diez años, el 2 de diciembre de 2002, la derecha dio un zarpazo brutal a la democracia, cuando impulsados por el poder imperial y respondiendo a los más oscuros intereses transnacionales, la oposición radical ejecutó una acción sin precedentes en la historia política del país, con el objetivo de derrocar al Gobierno legalmente constituido del comandante presidente Hugo Chávez Frías, aniquilar la Revolución Bolivariana y acabar con la esperanza de un pueblo.

Demostrando el más irracional odio hacia la Patria, los grupos fascistas se escudaron en lo que ellos denominaron un “paro cívico”, tras el cual se ocultaba la oligarquía que controló durante décadas el poder, que había sumido a la Nación en la pobreza económica, política, social y moral.

Las cabezas visibles de la conspiración fueron la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras) y la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), con el respaldo de los medios de comunicación privados convertidos en laboratorios de guerra sucia y centros de propaganda fascista.

Al poco tiempo de su inicio el paro asomaría el verdadero rostro del terrorismo, dejando al descubierto el alcance del odio desatado por la contrarrevolución. La llamada “meritocracia”, agrupada en la organización derechista Gente del Petróleo, se lanzó furiosa contra el corazón de la economía venezolana: Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA).

Miles de trabajadores y trabajadoras que tenían la responsabilidad de controlar las operaciones de la estatal, hicieron todo lo contrario. Abandonaron sus puestos sin cumplir con los procedimientos de seguridad, destruyeron laboratorios, sabotearon sistemas informáticos, así como equipos, plantas e instalaciones de importancia vital, paralizando gran parte de las operaciones medulares de la industria; acciones que costaron vidas y generaron pérdidas entre 18 y 21 mil millones de dólares.

El objetivo real del paro era destruir a PDVSA, asfixiar económicamente al Gobierno Bolivariano, fomentar el caos y estimular enfrentamientos entre los venezolanos, a fin de acabar con el Proceso Revolucionario para retomar el control político del país e implantar nuevamente un régimen entreguista y sumiso al poder imperial. El personal comprometido con el paro terrorista, traicionó a la Corporación y a la Patria, plegándose a los designios de Washington.

El plan subversivo contó con el apoyo de los medios privados que mostraron a los saboteadores como héroes. Los desleales trabajadores que bloquearon puertos, al fondear buques de PDV Marina cargados de combustible, recibían tratamiento de justicieros. La locura fascista tuvo un costo enorme para la República. Venezuela perdió, durante esos días, su condición de proveedor confiable de crudo y combustible, como consecuencia de la acción desestabilizadora. Además, eran frecuentes las largas colas en estaciones de servicio y se registró escasez de bombonas de gas.

Miles de millones de dólares en pérdidas afectaron de manera negativa la situación del país, lo cual se vio reflejado en los indicadores económicos. Pequeñas y medianas empresas cerraron sus puertas y hubo una caída en el Producto Interno Bruto. El Ejecutivo Central adoptó el control de cambio para frenar la fuga de capitales. El oposicionismo, agrupado en la Coordinadora Democrática, infligió un daño enorme a la Patria.

Afortunadamente, los trabajadores y trabajadoras de PDVSA que se mantuvieron leales al Estado de Derecho, junto con la Fuerza Armada Nacional y el pueblo de Venezuela, pudieron manejar la situación y tomar el control de la industria petrolera. Tras dos meses de combate el paro se derrumbó. La guerra de resistencia favoreció a los patriotas sobre los lacayos del imperialismo. Aunque ningún dirigente opositor decretó el fin del sabotaje, a finales de enero resultaba evidente que el plan terrorista había fracasado ante la fortaleza de una Patria noble, que se lanzó a las calles a defender la Revolución Bolivariana y el liderazgo del Comandante Presidente Hugo Chávez.

Con el triunfo bolivariano, PDVSA dejó de ser una caja negra. La salida de la elite meritócrata de la Corporación y la toma del control de la estatal petrolera por parte del Gobierno Nacional, marcó el nacimiento de la Nueva PDVSA.

La victoria patriota permitió que la industria petrolera se sumara a los planes y Misiones Sociales del Gobierno Nacional. Asimismo, desde entonces se ha dado el justo valor a los cuantiosos recursos energéticos del país, que ahora constituyen una herramienta fundamental para el desarrollo nacional y la integración con los pueblos hermanos de América Latina y el Caribe.

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